domingo, 12 de octubre de 2008

La vida por llegar a un Extra Small

La obsesión de las jóvenes por verse flacas empieza en una edad muy temprana. Hay innumerables casos de chicas de 11 y 12 años que quieren hacer dieta porque no están conformes con la imagen que el espejo les devuelve.

Coni Moreno, especialista en trastornos alimenticios, nos explica de qué hablamos cuando nos referimos a la anorexia y bulimia.


Los psicólogos afirman que además de ayuda médica y gran contención por parte de la familia, lo que necesitan quiénes sufren de anorexia es aprender a construir una representación real del propio cuerpo.

La nutricionista y psicóloga Gladys Vallejo, asegura que “muchas veces la forma en que se percibe el tamaño del cuerpo es sobrestimada y eso no representa sólo cómo nos vemos, sino también cómo creemos que somos vistos por los otros”, explica la médica.

“La imagen corporal es la representación del cuerpo que cada persona construye en su mente. Lograr que esa imagen se asemeje a la realidad es el primer paso y el más importante para empezar a tratar cualquier enfermedad alimenticia”, asegura Vallejo.

“Si un aumento un gramo, me muero”. Jésica tiene 20 años y pesa casi 45 kilos. En sus palabras refleja el pensamiento que, según ella, ocultan varias de las adolescentes obsesionadas con la delgadez extrema. “¿Por qué voy a tapar algo que es mi realidad de todos los días?”, se pregunta.

El pelo negro azabache hace que su cara parezca más blanca de lo que es. Sus ojos negros, grandes y hundidos tienen una mirada frenética y apenas pestañean. Camina y sus piernas flacas amenazan con quebrarse en cada movimiento. Sus brazos, parecen correr el mismo riesgo.

Jésica afirma: “Soy anoréxica desde los 16, y no me jode decirlo. Para mí no es una enfermedad; yo, flaca cómo estoy, me siento bien. No es fácil de entender, pero en este momento estoy feliz conmigo misma. No me considero la portadora del grave problema de las adolescentes que quieren ser como las modelos”, ironiza.

“Cada tanto tomo pastillas para adelgazar, fumo mucho para calmar la ansiedad y hago gimnasia a full, pero en mi casa, porque ya me rebotaron en muchos gimnasios”, relata.

La adolescente está totalmente convencida de que no necesita ayuda de nadie más que de ella misma y cuenta: “Yo siempre estuve sola. Mi viejo no sé ni dónde está y mi vieja labura todo el día y hay días que ni vuelve a dormir. ¿A mí me van a querer ayudar? ¿A mí me van a decir cómo tengo que vivir?. No, déjenme sola que así estoy joya”.

Jésica, o “Yé”, como le gusta que la llamen, es una chimenea: fuma sin parar y su ropa despide un olor a nicotina que asquea. Los dedos amarillos no le permiten esconder su adicción. Sus uñas al ras, dejan al descubierto otra debilidad más.

Jésica afirma que la anorexia en su caso no es una enfermedad: “Yo digo que tengo anorexia porque ese es el nombre que le da la sociedad. Pero no lo vivo así. Para mí hoy por hoy es un estado que me hace bien. No quiero engordar. Quiero mantenerme así. Dicen que no hay nada mejor que sentirse bien con uno mismo”.

Distinto es el caso de Ayelén Fernández Esker, una joven periodista de Necochea que también tuvo anorexia y decidió volcar su experiencia escribiendo un libro titulado "Anorexia y yo".

Jésica, a la hora de pensar las consecuencias de no alimentarse bien, asegura que no le importa, que hoy su prioridad es otra: “No pienso en si voy a poder o no tener hijos, si a algún chico le va a gustar mi cuerpo, si voy a conseguir un trabajo estable. Este es un estado muy egoísta, en donde el centro es uno y lo demás pasa a segundo plano. Mi interés está focalizado en sentirme bien y quererme yo. Punto”.

A Jésica las palabras le salen de la boca unas atrás de otras y no titubea ni baja la mirada al declarar que es anoréxica. Habla sin parar y en cada frase busca remarcar que para ella tiene las ideas bastante claras. Con apenas veinte años, Yé parece no tenerle miedo a nada.


Un tema para preocuparse



PUBLICADO POR LAURA SANTANIELLO

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