jueves, 18 de septiembre de 2008

“Recibimos más de 1.400 llamados al año por delitos sexuales”


Entrevista a Maria Elena Leuzzi

Es la mamá de una joven violada en 2001. Actualmente recibe entre 3 y 4 llamados diarios de victimas de delitos sexuales que asiste a través de la Asociación Ayuda a Victimas de Violación (A.VI.VI)


Foto: psicologia.laguia2000.com


Es una mañana más en Virreyes, el frío congela las manos y las narices de los chicos que corren porque llegan tarde al colegio y, en una humilde casa a medio construir, María Elena acuesta a su nieto en su cama para que duerma un rato más y poder desayunar antes de empezar otro de sus días agitados.
La tranquilidad dura poco, porque el teléfono suena insistentemente. María Elena atiende. Es una madre desesperada que llama para saber qué paso en el juicio.
Ella sonríe y responde que esta agotada pero que el violador tiene la sentencia que se merecía.
Pero la vida de María Elena y su familia no recorría juicios, Tribunales, delitos sexuales y ni largas madrugada para ayudar a una victima.
La historia comenzó en abril de 2001, cuando Candela, la mayor de tres hermanas, volvía de la Facultad y un hombre la amenazó con una pistola, la subió a un auto y la violó.
“Mi hija perdió su carrera y sus proyectos. Estaba estudiando Derecho en la Universidad de Buenos Aires (UBA) porque querías ser abogada penalista y una noche le cortaron sus sueños”, cuenta con tristeza la mujer que con 53 años lleva adelante AVIVI
Mientras Candela pasaba meses en una sala de terapia intensiva, María Elena y su familia removían cada rincón en busca de justicia. Primero con desesperación, después con desesperanza y al final con ganas de que nadie pase por esa situación.
“AVIVI nace el 23 de junio de 2003.Porque cuando se dio sentencia al violador de mi hija sentí que tenía que hacer algo. No podía volver a casa y ponerme contenta porque había conseguido que esté preso”, explica seriamente María Elena.
La presidenta de AVIVI recuerda con angustia que cuando ella y su familia afrontaron la violación de Candy no había ningún lugar que contuviera a las victimas y sus familias.
Por eso, se animó y el día del dictamen final dio ante las cámaras de televisión el teléfono de su casa y dijo que cualquier persona que necesite ayuda llame.
“Ese mismo día recibimos más de 300 llamadas. No sólo llamaban por violaciones de ese día sino que lo hacían mujeres que habían sido violadas y nunca habían tenido contención”, comenta todavía sorprendida.
Actualmente el trabajo en AVIVI es realizado por familiares de victimas y profesionales que se fueron uniendo al proyecto como los abogados Silvia Wexter, Mónica Pérez, Juan Planes, Lucas Curtado, Ricardo Milio y su hijo Ricardo y las psicólogas sociales Alicia Rossi y Graciela Florines, ente otros.
Vuelve a sonar el teléfono en la casa, el mate que daba vueltas en la mano de María Elena deja de girar y la pava se apoya suavemente en la mesa en señal de espera mientras las miradas se cruzan expectantes.
“Cuando suena el teléfono estamos todos alerta porque puede ser que una victima, un familiar o la Policía preguntando si alguien puede acercarme porque hay una victima shockeada”, aclara.

El trabajo de todos los que comparten su pasión por ayudar es arduo y consiste en presentarse en el lugar donde esta la victima, tratar de calmarla y explicarle todo lo que se debe hacer en estos casos.
Pero eso no es todo, AVIVI ha hecho campañas en la vía pública, juntado firmas para crear un registro de violadores, que hasta ahora tiene media sanción.
“Quedo cajoneado porque la gente de este gobierno dice que es inconstitucional. No entiendo por que si debés plata de un préstamo te ponen en un Veraz, pero si sos un degenerado que le arruina la vida a la gente, no pasa nada”, revela indignada.
En cuanto a los varones, de los que muchas veces no se habla, ellos también son asistidos en los hospitales. La diferencia es que se descarta la pastilla del día después y en el caso de los nenes los retro virales son en jarabe.
“Tengo ganas de tener una casa de contención, un lugar donde ayudar a niños, adolescentes y adultos. Un lugar donde recuperar personas abusadas y darles nuevamente confianza y ganas de vivir”, concluye Leuzzi.
Además de ser madre, abuela de Nicolás de 2 años, esposa y presidenta de su propia ONG, ganó en 2006 el premio que otorga la Fundación Noble a la Mujer del año y tiene una mención especial del Instituto Nacional Contra la Discriminación, la Xenofobia y el racismo (INADI) por su trabajo.

PUBLICADO POR ALEXANDRA LOPEZ

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